Un día para compartir: así vivimos el Encuentro de Familias de la Fundación Celima

Hay momentos que, sin pretenderlo, se convierten en recuerdos imborrables. El pasado 24 de mayo vivimos uno de ellos, rodeados de naturaleza, caballos, gorras de colores y, sobre todo, muchas ganas de compartir. Fue el primer Encuentro de Familias de la Fundación Celima, una jornada pensada en fortalecer lazos, establecer nuevos vínculos, celebrar todo lo que nos une y que las familias pudiesen conocer de cerca el trabajo de nuestra organización.

Bajo la sombra, empezamos a tejer vínculos

La tarde comenzó en un pequeño merendero, donde la sombra de los árboles nos dio la bienvenida y alivió el calor del día. Entre saludos y caras que se iban reconociendo poco a poco, dimos paso a una pequeña presentación: un emotivo viaje por los cinco años de vida de la Fundación Celima y su labor por la inclusión, acompañando, ayudando y dando visibilidad a las personas con discapacidad y sus familias.

La telaraña que nos conectó

Luego vino uno de los momentos más especiales del encuentro: una dinámica para presentarnos, conocernos mejor y mirarnos de verdad. Un ovillo de lana fue pasando de mano en mano mientras cada persona decía su nombre y elegía una palabra para definir a su familia: “unión”, “lucha”, “alegría”, “seguridad” … Los más peques, sin filtros ni vergüenza, nos regalaron momentos entrañables contándonos qué era lo que más les gustaba hacer: “¡jugar al minecraft!”, “nadar” o “comer chucherías”.

Así, sin darnos cuenta, fuimos tejiendo una red de color naranja que nos mostró que, aunque venimos de caminos distintos, estamos conectados por un mismo hilo, el de la Fundación Celima.

Merienda, gorras y muchas sonrisas

Después de tanta emoción, tocaba reponer fuerzas. La merienda y los refrescos nos esperaban para seguir charlando, mientras los más pequeños se lanzaban a una de sus actividades favoritas: ¡decorar gorras! La creatividad se desbordó y las gorras se llenaron de color formando mini obras de arte.

Caballos que sanan y conectan

Llegó el turno de subirse al caballo. Uno a uno, desde los más peques hasta los jóvenes mayores, todos vivieron una pequeña sesión de equinoterapia. Algunos ya eran veteranos, otros lo probaban por primera vez. Pero todos, sin excepción, lo disfrutaron. Fue emocionante ver cómo los rostros se iluminaban, cómo el nerviosismo inicial se transformaba en confianza. Cada paseo a lomos de estos animales tan especiales fue un paso más hacia el bienestar, hacia esa mejora física y emocional que tantas familias valoran y agradecen.

Dejando huella, juntos

Y como todo lo que se comparte deja marca, quisimos retratar la huella de este día con algo simbólico y bonito: el Árbol de la Fundación Celima. Cada asistente dejó su huella dactilar sobre sus ramas, creando una obra colectiva llena de color y significado. Un árbol que ahora también nos representa: diverso, vivo y lleno de esperanza.

Este primer Encuentro de Familias ha sido mucho más que una actividad, ha sido una oportunidad para mirarnos, escucharnos y sentir que no estamos solos. Para quienes formamos parte de la Fundación Celima, fue un regalo ver cómo las familias conectaban, se emocionaban y se reconocían en las historias de los demás.

Gracias a todos los que vinisteis por compartir con nosotros ese día tan especial. Y gracias también al equipo de Alecliba por abrirnos las puertas de su centro de equinoterapia, por su colaboración y, sobre todo, por acogernos con tanto cariño.

Nos llevamos conversaciones, abrazos, muchas sonrisas… y la certeza de que este ha sido solo el comienzo.

Porque, como tejimos ese día con nuestro ovillo de lana: cuando estamos unidos, llegamos más lejos.

 

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junio 23, 2025Blog